Ciudad Nueva, Colegio Nuevo, Ángel Nuevo
Por Comité de Mamás Anfitrionas
21 de agosto, 2020
Tener la oportunidad de cambiar de país o ciudad para nuestras familias ha sido una experiencia única e irrepetible. A pesar de que hay momentos difíciles, sin duda, son más las ventajas.
Como familia aprendes a ser flexible, a adaptarte, a desprenderte, a conocer nuevas formas de pensar y entender que cada uno es como es por su contexto y circunstancia. Cada ciudad es una nueva oportunidad de reinventarte pero también un reto familiar para conseguir nuevos amigos y nuevas rutinas.
Como parte de esta experiencia nos conocimos en nuestra última parada. Coincidimos en el hotel donde se despiden o llegan nuevas familias, ese lugar que es tu casa por uno, dos o tres meses mientras esperas tu mudanza. Nos volvimos amigas de tardes de vinos y de compartir experiencias de llegada a una nueva cultura o de regreso al hogar, que creemos es la mudanza más difícil.
Aunque las empresas contratan servicios de Relocation que ayudan a las familias a ubicarse en la ciudad, a buscar casa y elegir colegio, siempre queda una parte emocional que no puede ser cubierta más que por un alma buena, con genuino interés de ayudar, que te abra las puertas de su corazón para escuchar tu situación y tus dudas que crees son irrelevantes para los demás en ese momento. Una persona que te ayuda a calmar tu mente abrumada con tanta nueva información. Porque una mamá que se siente acompañada puede transmitir calma a un esposo con un nuevo trabajo, a unos niños en un nuevo colegio y a un hogar diferente y sin estabilidad, con muebles alquilados o comida de restaurante diariamente.
Es así como en una de esas tardes de vino, coincidimos en que sería genial que ese ángel no llegara a tu nueva vida por suerte... qué tal que alguien te presentara ese ángel que te va acompañar durante tu llegada hasta que te sientas segura de andar por ti misma?
Luego de unos meses en el Colegio propusimos crear el Comité de Mamás Anfitrionas, ángeles asignados para ayudarte como ayudarías a una amiga, mamás con un corazón amable, abierto a las diferencias y con disposición de abrir su casa y compartir sus amigos. Siempre pensamos que las más beneficiadas serían las mamás extrajeras, sin embargo, nos dimos cuenta que las mamás locales también necesitaban ayuda en esa primer piñata en la que no tenían con quien sentarse en la mesa o ese niño tímido que no conoce a nadie el primer día de colegio.
Hoy damos gracias a las más de 40 mamás que han hecho posible este programa que ha tocado el corazón de muchas familias, que si bien es una labor silenciosa, llena el alma con la mayor satisfacción al escuchar “gracias por ser mi ángel”.
Nos ilusiona saber que este programa ya es una realidad y que es parte importante en un Colegio que busca que entre las familias haya comunidad e integración.
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Por Jasmine Fernández y Claudia Triana